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El Sillón Bol

Muerte súbita

La mala noticia del día fue la muerte súbita de María, la hija de ocho meses de Caneira, el defensa del Valencia que debía de haber jugado el domingo en el Sadar. Todos los que hemos tenido niñas y niños a esa edad hemos convivido con esa maldita ruleta porcentual de este tie break irremediable. No quiero ni imaginarme cómo se deben sentir en estos momentos los padres. Transmitimos desde aquí nuestras condolencias a toda la familia de la pobre chiquilla.

La realidad deportiva se sumerge en debates de por qué se jugó el partido. Mi opinión es que el árbitro debía de haber suspendido el encuentro, sin consultar con sus superiores. Fuerza mayor, y ya está. Eso hubiese sido un razonable ramalazo de autoridad competente.

El domiongo también finalizó el Dakar. De esta edición del raid africano me quedo con el apabullamiento de Peterhansel, el francés lleva seis victorias en motos y dos en coches; con el dominio de los Mitsubishi; con los meritorios puestos de Coma y Esteve en motos; con las impresionantes imágenes dunares del resumen de La 2, allá por las nueve y cuarto de la noche; con las adictivas crónicas de Palomar en el Marca (eso es periodismo de investigación y no lo de la cámara oculta en un puticlú de lujo); y por supuesto, me quedó con los muertos que se han perpetuado en las dunas y en el caos circulatorio de Dakar. A fuerza de verlos en los resúmenes diarios nos habíamos hecho colegas de El Carni y de Fabrizio Meonoi, sentimos muy cerca sus muertes.

Para finalizar, me gustaría entrar en un debate que es cíclico: el del fuera de juego. Como en el partido del Madrid ha saltado la polémica pues venga todos a hablar de la regla en cuestión. Pues bien, a las voces que propagan su desaparición yo opongo el que persista la discutida regla. Los que argumentan en su contra creo que se equivocan. El juego se volvería más aburrido, defensivo, sin espacios, individual y sobre todo, perdería velocidad. Eso de que habría más goles es un mito. A las pruebas, que alguna vez se han realizado en el Plus, me remito. La dificultad del fuera de juego estriba en su subjetividad, al entrar el ojo humano en escena. Yo lo que abogo es porque la regla se mejore tecnológicamente. Si hay programadores informáticos capaz de crear máquinas invencibles en ajedrez, cómo coño no va a existir nadie, que a base de microchips, le transmita al árbitro si hay posición adelantada (como dice Michel) o no. Para los incrédulos yo propondría que el partido a favor de los afectados del tsunami se juegue sin fuera de juega. Ya verán que petardazo nos tragamos.

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