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El Sillón Bol

La resaca de Montecarlo

Tras la boda real del sábado un servidor y súbdito tenía verdadero interés por contemplar el careto de Ernesto de Hannover en el Gran Premio de Montecarlo. Desde luego no es lo mejor para dos resacas consecutivas (la de la noche del viernes y la propia del sábado regio) situarse en el balcón del Gran Casino monegasco y dejar que los motores rugiendo a 300 por hora te descerrajen las pocas neuronas que quedan sanas.

No vi a Ernesto en la entrega de la copa al vencedor Trulli, el otro de Renault, que de momento va mejor que Fernando Alonso. Pude percibir, sin embargo, que la princesa Carolina sí se había peinado para este acto, cosa que no pudo hacer para la boda, me imagino que a causa de la crisis de nervios que le entró cuando esperó en vano a que Ernesto se dignara a abandonar la noche madrileña para llegar puntual a la alfombra roja.

El Gran Premio de Montecarlo nunca es aburrido, y esta edición no iba a ser menos. En la primera salida se le caló a algún patas el monoplaza y pudimos comprobar lo bajo de forma que están los mecánicos cuando tuvieron que correr, con una especie de compresor a cuestas, para poner a punto a los coches.
Luego vino el humo (tipo fumata habemus Papam) del Toyota de Sato, parecía que estábamos viendo los dibujos animados de los coches locos cuando Pierr Nodoyuna empleaba este tipo de artimañas para hacer perder la paciencia de sus enemigos. Lo peor se lo llevó el pobre Fisichella que se dio una angustiosa vuelta de campana.

Con Trulli primero y Alonso segundo nos las prometíamos muy felices porque los comentaristas nos habían asegurado que el asturianos adelantaría al italiano en la espectacular parada en boxes. En esto llegó la publicidad y por el ventanuco superior izquierda pudimos deducir que era Fernando Alonso el que se había pegado la piña en el túnel.
El muchacho estaba muy mosqueado con Ralf Schumacher porque según los entendidos le había dejado la zona sucia en el adelantamiento del doblaje.
Por supuesto todos los analistas y periodistas patrios han arremetido contra el malvado teutón. A mí me parece que no fue para tanto. Lo más normal es que a esa velociddad alguien se vaya contra las paredes del túnel. ¿A quién se le ocurre adelantar, aunque sea a un doblado, a 300 por hora en un túnel urbano? No podía haber esperado a la salida. Está claro que Alonso tiene muchos huevos y hace cosas increíbles, pero que alguna vez le salen mal. Lo que no puede hacer Ralf es desaparecer en esa especie de tren de la bruja. Además ya vimos después que Schumacher, el bueno, pinchó en el túnel, le quedó el interior del mismo a Montoya y éste le tocó en la zona limpia. O sea que lo del accidente en el famoso túnel estaba cantado que a alguno le iba a tocar.

Sin embargo pese al espectáculo de la ruleta monegasca y por acabar con este cuento de príncipes y princesas que hemos padecido este fin de semana, me quedo, sin lugar a dudas, con la belleza oriental, con un toque casual, de la reina Rania de Jordania. Impresionante. Esa si que es galáctica y no el cansaalmas de Roberto Carlos.

1 comentario

Anónimo -

La verdad es que está para comérsela. Yo no la conocía, pero desde el otro día, la casa Jordana tiene un nuevo admirador...