La Vuelta, como los sanfermines entre semana, para los de casa
Bonito fin de semana de Sillón Bol el que he podido disfrutar bajo este sol del membrillo otoñal, que siempre me carga las pilas en el inicio de la temporada.
El sábado el Athletic con un soberbio primer tiempo escaldó al equipo del gato de Odessa. Parece ser que el Año Mariano del Madrid tendrá que esperar. Mal asunto para Florentine que se equivocó de profeta Samuel. No hay ni comparación entre Eto'o que corre, y juega, como un negro para vivir como un blanco, y el Muro, que en vez de ser de cemento armado es de merengue, blanco, por supuesto.
Ya el domingo, el pipiolo Nadal nos metió en la final de la Davis. Esperan el B-52 de Roddick y sus misiles Scud. Algo habrá que hacer para frenar a los yankees; por ejemplo, jugar en la playa de la Barceloneta. El partido será allá por diciembre, para entonces esperemos que esté hecho el recuento de las presidenciales norteamericanas de noviembre, que quede algo de Florida tras los huracanes y que Aznar declame ya bien en su inglés de Jorgetown. ¿Por cierto, con quién irá José Mari, con sus idolatrados americanos o con la armada mozarabe?
Sin embargo, este fin de semana la Vuelta ha acaparado mi atención, y no sé si la del resto de televidentes, porque me da la impresión que interesa cada vez menos este Campeonato de España en Fondo en Carretera por etapas. Me hubiera gustado que ganara Santi Pérez. No porque tenga algo en contra del trivencedor Heras, ni incluso del entendido de Manolo Sainz, pero es que el chaval asturianín es el único que me ha transmitido emoción por las recién asfaltadas carreteras hispanas. A ver si aprende su paisano Fernando Alonso y gana algo este año, y menos rollos con el coche. El caso es que Heras dejó de interesarme desde que optó por ser escudero de Armstrong en vez de convertirse en un líder con opciones en el Tour.
También me alegro por el podium de Paco Mancebo, un ciclista que parece que siempre va enganchado en el camión de Cárnicas Capellán. Y por supuesto, un sobresaliente para mis paisanos del Café Baqué que ganaron un etapón con Cárdenas en la Covatilla, además del maillot de la Montaña.
Lo peor de la Vuelta ha sido, sin duda alguna, la actuación del Euskaltel. A los que parece que se les acabó la gasolina en la Subida a Arrate, vísperas del Tour. Por no hablar de Draculin Hamilton y su hemotrasfusión, que da más miedo que vergüenza.
Es lo que tiene el ciclismo, que al final se parece más a Hospital Central que al resumen de la 2.
El sábado el Athletic con un soberbio primer tiempo escaldó al equipo del gato de Odessa. Parece ser que el Año Mariano del Madrid tendrá que esperar. Mal asunto para Florentine que se equivocó de profeta Samuel. No hay ni comparación entre Eto'o que corre, y juega, como un negro para vivir como un blanco, y el Muro, que en vez de ser de cemento armado es de merengue, blanco, por supuesto.
Ya el domingo, el pipiolo Nadal nos metió en la final de la Davis. Esperan el B-52 de Roddick y sus misiles Scud. Algo habrá que hacer para frenar a los yankees; por ejemplo, jugar en la playa de la Barceloneta. El partido será allá por diciembre, para entonces esperemos que esté hecho el recuento de las presidenciales norteamericanas de noviembre, que quede algo de Florida tras los huracanes y que Aznar declame ya bien en su inglés de Jorgetown. ¿Por cierto, con quién irá José Mari, con sus idolatrados americanos o con la armada mozarabe?
Sin embargo, este fin de semana la Vuelta ha acaparado mi atención, y no sé si la del resto de televidentes, porque me da la impresión que interesa cada vez menos este Campeonato de España en Fondo en Carretera por etapas. Me hubiera gustado que ganara Santi Pérez. No porque tenga algo en contra del trivencedor Heras, ni incluso del entendido de Manolo Sainz, pero es que el chaval asturianín es el único que me ha transmitido emoción por las recién asfaltadas carreteras hispanas. A ver si aprende su paisano Fernando Alonso y gana algo este año, y menos rollos con el coche. El caso es que Heras dejó de interesarme desde que optó por ser escudero de Armstrong en vez de convertirse en un líder con opciones en el Tour.
También me alegro por el podium de Paco Mancebo, un ciclista que parece que siempre va enganchado en el camión de Cárnicas Capellán. Y por supuesto, un sobresaliente para mis paisanos del Café Baqué que ganaron un etapón con Cárdenas en la Covatilla, además del maillot de la Montaña.
Lo peor de la Vuelta ha sido, sin duda alguna, la actuación del Euskaltel. A los que parece que se les acabó la gasolina en la Subida a Arrate, vísperas del Tour. Por no hablar de Draculin Hamilton y su hemotrasfusión, que da más miedo que vergüenza.
Es lo que tiene el ciclismo, que al final se parece más a Hospital Central que al resumen de la 2.
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