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El Sillón Bol

¡Menuda encerrona!

Este largo puente del Pilar poco tiempo he dedicado al Sillón Bol, más que nada, porque fui incapaz de sintonizar las televisiones españolas allá en las Landas francesas. Poco me importó. Me perdí la victoria de la selección de fútbol contra Bélgica y a cambio contemplé el paupérrimo empate de Francia con Irlanda en París. No me gustaron ni Thierry Henri, a quien Luis Aragonés ha convertido en un nuevo Kunta Kinte, ni Pirés, preocupado de que su melena se alzara al viento por la banda de Saint Denis, ni Vieira, que al igual que Reyes deslumbran en el Arsenal pero que con la casaca de su país dejan mucho que desear.

De mi estancia a orillas del bravo océano Atlántico me ha llamado la atención que en esa región de Francia el fútbol no es el deporte rey. Allá, en Aquitania, el balón redondo deja paso al balón oval. El rugby ocupa la mayoría de los espacios deportivos. La prensa local se hace eco de los XV de sus respectivas ciudades. Ya sean el Biarritz Olimpique, el Aviron Balonaix, el Pau, Agen, Dax. Mont de Marsan y tantos equipos en los diferentes divisiones de rugby.

Ya de vuelta a casa nunca he deseado tanto que acabé un partido como el de ayer. Y más sabiendo que después venía la serie Aquí no ha quien viva. Vaya peñazo que nos tragamos desde Vilnius. He ojeado la prensa de hoy y más o menos coinciden en que fue el peor partido de España en mucho tiempo. Algunos ya añoran a Clemente, que por lo menos con él los jugadores se dejaban los huevos.
Según me comentan, el 40% de la audiencia del total que comenzaron el encuentro no conectó con el encuentro en el segundo tiempo. Huyó a otras cadenas. No me extraña, porque hay que ser masoquista para tragarse a pollos corriendo sin cabeza, al overbooking de desconcertados delanteros con el que obsequió Luis a la crítica menotista, al cemento de una grada acostumbrada al baloncesto arte de Homicius, Sabonis, Marchulenis, Iovaisa, Jasikevicius o Macijauskas y que tuvo que apechugar con la triste imagen de la División Azul deambulando por el frente ruso. Si a todo esto, unimos los comentarios didácticos del insufrible JJ Santos pues lo lógico es que la audiencia se pase a los telediarios y a la información meteorológica. Por lo menos ahí nos enteramos de si el anticiclón de las Azores se va de una vez, porque lo que tenemos claro es que la borrasca se cierne en el camino del Mundial 2006.

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